La disputa territorial entre Tailandia y Camboya volvió a encenderse este jueves con enfrentamientos armados que dejaron al menos once muertos y más de una docena de heridos. Las hostilidades comenzaron en zonas fronterizas reclamadas por ambos países, donde se reportaron bombardeos, disparos y lanzamientos de cohetes. Las autoridades tailandesas acusaron a Camboya de iniciar una agresión “brutal y violenta”, mientras que Phnom Penh advirtió que responderá con firmeza.
Escalada militar y consecuencias inmediatas
La tensión venía en aumento desde mayo, cuando un soldado camboyano fue abatido. El último estallido ocurrió poco después de que una mina terrestre hiriera a militares tailandeses. Ese hecho derivó en una caída del nivel diplomático entre los dos países. Las hostilidades se concentraron en al menos seis zonas, especialmente cerca del antiguo templo de Ta Muen Thom, en la provincia tailandesa de Surin.
Tailandia respondió con ataques aéreos y cerró todos los pasos fronterizos, salvo para emergencias. Además, impuso severas restricciones al cruce de personas. Camboya, por su parte, bloqueó la importación de productos tailandeses, prohibió programas de televisión del país vecino y boicoteó parte del suministro eléctrico y de Internet proveniente de Tailandia. Las medidas, lejos de apaciguar el conflicto, acentuaron las diferencias.
Nacionalismo, política y tensiones históricas
El nacionalismo crece en ambos lados de la frontera. La primera ministra tailandesa, Paetongtarn Shinawatra, fue suspendida tras filtrarse una conversación con un líder camboyano, en la que se refería de forma informal al ex primer ministro Hun Sen, hoy presidente del Senado. La charla generó fuertes críticas en Bangkok, donde fue interpretada como una muestra de debilidad ante un gobierno extranjero.
El origen del conflicto se remonta a un mapa colonial de 1907, elaborado por Francia, que dejó zonas sin una delimitación precisa. Ambos países reclaman derechos sobre diversas porciones de territorio, en especial alrededor de templos antiguos. Aunque hubo intentos de diálogo, la desconfianza histórica y los intereses cruzados impidieron cualquier acuerdo duradero.
La comunidad internacional sigue con preocupación este nuevo capítulo del conflicto. Aunque por ahora no se habló de intervención externa, los observadores temen que la violencia escale si no se logra un alto al fuego inmediato. La falta de canales efectivos de diálogo agrava el riesgo.
Hun Sen, quien gobernó Camboya durante casi cuatro décadas, mantiene influencia en la política regional. Su hijo, Hun Manet, asumió el poder en 2023. El vínculo entre ambos y la familia Shinawatra —una figura clave en Tailandia— atraviesa una fase de tensión.
La amistad personal que alguna vez suavizó la relación bilateral, hoy parece no tener efecto.Por ahora, las hostilidades entre Tailandia y Camboya no muestran señales de detenerse. Con más de una decena de muertos, medidas unilaterales y líderes enfrentados, la situación pone en riesgo la estabilidad del sudeste asiático. El desenlace dependerá de la voluntad de ambos gobiernos para volver al diálogo y evitar una escalada mayor.
Con información de: infobae