El gobierno de Nicaragua sigue afianzando su control. Desde febrero, Rosario Murillo, esposa del dictador Daniel Ortega, fue designada oficialmente como «copresidenta» tras una reforma constitucional que eliminó la vicepresidencia. Ahora, con una nueva ley, Murillo tendrá mando directo sobre el Ejército de Nicaragua, reforzando el dominio del régimen sobre las fuerzas armadas.
La Asamblea Nacional aprobó una reforma que establece que el Ejército estará bajo el mando absoluto de la Presidencia, representada tanto por Ortega como por Murillo. La medida se hará efectiva una vez que sea ratificada en segunda votación y publicada en la Gaceta Oficial.
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— Abriendo Brecha (@Abriendo_Brecha) March 26, 2025
Rosario Murillo, nueva jefa suprema del Ejército de Nicaragua, junto con Daniel Ortega
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Las Fuerzas Armadas, pieza clave en la represión
El papel de las fuerzas militares también cambia con esta reforma. Ahora, el Ejército de Nicaragua deberá trabajar en conjunto con la Policía Nacional en supuestas labores de seguridad, lo que en la práctica refuerza su rol en la represión interna.
El nuevo texto indica que los militares deben «coadyuvar con la Policía Nacional en la lucha contra el narcotráfico, crimen organizado y sus actividades conexas», siempre bajo órdenes directas del régimen. Esto profundiza la militarización de la represión política.
Además, la reforma introduce un componente ideológico: los nuevos reclutas del Ejército de Nicaragua deberán jurar lealtad no solo a la bandera nacional, sino también a la del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), partido de Ortega. Esto rompe con el principio constitucional de neutralidad política de las fuerzas armadas.
Consolidación del control total
El dominio del Ejército de Nicaragua por parte de Rosario Murillo es otro paso en la estrategia del régimen para erradicar cualquier disidencia. En los últimos años, la dictadura ha clausurado más de 3.000 organizaciones civiles, ilegalizado partidos opositores y censurado medios de comunicación. También ha despojado de su nacionalidad a más de 450 críticos, entre ellos periodistas, activistas y religiosos.
Desde 2018, la represión de las protestas ha dejado más de 300 muertos, según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que ha documentado violaciones sistemáticas por parte del Estado. Aun así, el régimen insiste en que las manifestaciones fueron un intento de «golpe de Estado» promovido desde el extranjero.
Con el control del Ejército de Nicaragua, Rosario Murillo refuerza el modelo de dictadura familiar que Ortega ha construido desde su regreso al poder en 2007. Al mando de las fuerzas armadas, el régimen sigue eliminando cualquier vestigio de autonomía institucional y oposición.
Con información de: infobae