Su blanco eran directivos de la NFL, pero se equivocó de piso
Un exjugador de fútbol americano escolar protagonizó una masacre en un edificio de oficinas en Manhattan, Nueva York.
El atacante, identificado como Shane Tamura (27) irrumpió armado con una escopeta semiautomática, con la intención de asesinar a directivos de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL).
Pues para él, eran los responsabilizaba de su deteriorada salud mental, ya que había sido diagnosticado con ETC (encefalopatía traumática crónica).
Sin embargo, se equivocó de piso y terminó abriendo fuego en las oficinas de una empresa tecnológica, donde mató a cuatro personas, hirió a varias más y finalmente se quitó la vida.
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Una carta perturbadora en su bolsillo
Entre sus pertenencias, la policía encontró una carta manuscrita que llevaba en un bolsillo de su ropa. En ella, Tamura pedía expresamente que su cerebro fuera estudiado tras su muerte.
El atacante estaba convencido de padecer una grave enfermedad neurológica provocada por los años que pasó en la liga. Además, denunciaba prácticas aberrantes durante su etapa como jugador.
El exfutbolista aseguró que fue obligado a consumir “litros de anticongelante” como parte de un supuesto tratamiento para mantenerlo en condiciones de jugar.
La misiva termina con una frase: “Lo siento, lo siento por todo… Por favor, estudien mi cerebro”.
Silencio de la NFL tras el ataque del exjugador
Hasta el momento, la NFL no ha emitido ningún comunicado oficial sobre el ataque ni sobre las acusaciones escritas por Tamura.
El silencio de la organización ha despertado aún más interrogantes en torno al historial de abusos y la falta de atención médica adecuada que denuncian muchos exjugadores.
De hecho, en la carta, Tamura menciona a un exjugador de futbol americano que padecía la misma enfermedad y se suicidó en 2005, cuando había decidido denunciar a la NFL.
El caso ha conmocionado al país y reabre un debate sobre la salud mental en el deporte de alto rendimiento, así como la facilidad con la que una persona con desequilibrio psicológico puede acceder a armas de fuego de alto calibre.
Con información de Univisión