El huracán Helene, que azotó el sureste de Estados Unidos como un ciclón de categoría 4, ha dejado una estela de destrucción y dificultado enormemente las labores de rescate.
Las inundaciones generalizadas, producto de las torrenciales lluvias, han dejado miles de vías intransitables, complicando el acceso a las zonas afectadas y la entrega de ayuda humanitaria.
La falta de electricidad, afectando a más de 2.7 millones de clientes, agrava la situación, impidiendo la funcionalidad de servicios esenciales.
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El balance de víctimas es trágico, con al menos 53 muertes reportadas en Florida, Georgia, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Virginia.
La magnitud del daño es tal que, en algunas áreas de Carolina del Norte, los rescatistas se han visto obligados a realizar entregas de suministros vía aérea debido a la imposibilidad de acceder por tierra.
El colapso de puentes y el cierre de cientos de carreteras, incluyendo cuatro autopistas interestatales, obstruyen aún más los esfuerzos de socorro.
«Extremadamente peligroso», dicen sobre el huracán Helene
La Agencia Federal de Gestión de Emergencias (FEMA) y otros organismos locales, estatales y federales se encuentran trabajando arduamente en las tareas de búsqueda y rescate, pero las condiciones extremadamente peligrosas, incluyendo el riesgo de ruptura de represas y las persistentes inundaciones, retardan significativamente el progreso.
Miles de personas se refugian en albergues de la Cruz Roja Americana, mientras que los equipos de reparación trabajan incansablemente para restablecer el servicio eléctrico, aunque se espera que la completa restauración requiera varios días.
La situación, aunque se espera una mejora climatológica, continúa siendo crítica y requiere una respuesta coordinada a gran escala.
Con información de AFP
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