Auroville, ubicada en el sur de India, es un notable experimento social y espiritual que desafía las convenciones de la vida moderna.
Fundada en febrero de 1968 por Mirra Alfassa, conocida como «La Madre», esta ciudad se erige como un modelo de coexistencia sin el uso de dinero, política o religión.
Se encuentra a 17 minutos en coche de Puducherry y está dedicada a la inclusión y la unidad.
En honor a Sri Aurobindo, la ciudad alberga actualmente a aproximadamente 3,300 residentes de 52 nacionalidades, con una población diversa que incluye cerca del 50% de indios y un 20% de franceses.
Con su extensión de 2,000 hectáreas, Auroville se ha convertido en un centro de experimentación en ecología y urbanismo sostenible.
A diferencia de lo que se podría pensar, la ausencia de un gobierno no implica anarquía.
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Los residentes toman decisiones por consenso y reciben asignaciones anuales del gobierno, existiendo comités que se encargan de áreas como educación, salud y economía.
Uno de los aspectos más sorprendentes de Auroville es la eliminación del dinero en efectivo.
Sin Dinero ni Religión
Los habitantes reciben un salario uniforme de alrededor de 225 dólares mensuales, y las transacciones entre ellos se realizan a través de cuentas comunitarias.
Además, no hay propiedad privada; al unirse a la comunidad, los nuevos miembros ceden sus bienes. Esta práctica promueve un fuerte sentido de pertenencia y colaboración.
Aunque Auroville no adopta credos establecidos, fomenta una vida espiritual, buscando unidad y conexión entre sus miembros. La ciudad no es adecuada para quienes están muy arraigados a una religión específica, ya que se enfatiza la cohesión y se rechazan las divisiones religiosas.
El trabajo colectivo ha permitido que Auroville transforme su entorno, convirtiendo un terreno desértico en un bosque al plantar más de tres millones de árboles.
Asimismo, se esfuerzan por alcanzar la autosuficiencia, cultivando el 50% de sus alimentos y utilizando energías renovables.
Reconocida por la Unesco y el Gobierno de India como una «ciudad cultural internacional», Auroville aspira a ser un espacio de educación continua y progreso.
Su Acta Constitutiva establece que pertenece a toda la humanidad, sirviendo como un puente entre el pasado y el futuro, donde los descubrimientos materiales y espirituales se unen para promover una verdadera unidad.
Conflictos Internos
Auroville también enfrenta desafíos internos y críticas externas. Las disputas sobre su desarrollo, su economía y sus relaciones con comunidades locales han generado tensiones y divisiones respecto al enfoque de su progreso.
A pesar de estar diseñada para albergar hasta 50,000 personas, su población actual apenas alcanza los 3,300 residentes.
Con un diámetro de 2.5 kilómetros y un cinturón verde de 5 kilómetros, Auroville se centra en el Matrimandir, un templo dorado que simboliza la concentración y la búsqueda del silencio interior.
A pesar de sus dificultades, Auroville sigue siendo un experimento vivo en busca de una comunidad global en armonía, representando un ideal de convivencia y colaboración entre diversas culturas y creencias.
Con información de El Tiempo
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