La Asamblea General de la ONU evidenció este miércoles los desafíos internos de América Latina.
Los discursos de líderes de República Dominicana, Panamá, Honduras, Surinam y Guyana, junto a la intervención de Venezuela, destacaron la crisis venezolana como un factor clave en la inestabilidad regional.
El canciller venezolano, Yván Gil, defendió el reciente triunfo electoral del chavismo, denunciando una «campaña fascista de desinformación» por parte de países, principalmente Estados Unidos, que exigen mayor transparencia electoral.
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Por su parte, el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, vinculó directamente la masiva migración regional, particularmente el flujo por el Darién, con la crisis institucional en Venezuela, señalándola como la causa principal del éxodo de millones de venezolanos.
Otros temas tratados incluyeron la inestabilidad en Haití y el diferendo por el Esequibo. La reunión puso de manifiesto la interconexión de las crisis en la región y su impacto en la migración internacional.
Migración en el Darién
Mulino también habló sobre la «magnitud» de lo que ocurre con los migrantes irregulares que a diario cruzan la peligrosa selva del Darién, la frontera natural con Colombia, en su camino hacia Norteamérica, lo cual es una «inmensa problemática» que enfrenta Panamá por su ubicación geográfica.
Agregó que esta situación genera un «dolor inmenso» por el drama social de lo que significa este camino improvisado por la selva que es recorrido por mujeres, niños y adultos mayores en una «travesía inhumana».
Ese tránsito de personas, de acuerdo con Mulino, «es liderado por organizaciones criminales, con base en países vecinos, que reciben dinero maldito para lucrarse con la necesidad y la esperanza de miles de seres humanos».
Inseguridad en Haití y la disputa por el Esequibo
La situación en el Caribe presenta varios frentes de inestabilidad. El presidente dominicano, Luis Abinader, alertó sobre el inminente colapso de Haití si la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MMSS) fracasa.
La falta de despliegue completo de la fuerza (solo 400 de 2000 agentes) agrava la inseguridad generada por las bandas armadas, con potenciales repercusiones regionales.
Por otro lado, el presidente de Guyana, Irfaan Ali, reiteró su compromiso con una resolución pacífica del diferendo territorial con Venezuela sobre la región del Esequibo, apelando a la ONU para la protección de pequeños estados ante agresiones externas.
Ali confía en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), a pesar del rechazo de Venezuela a su jurisdicción en este caso, esperando que se acate su decisión final.
En otro ámbito, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, denunció amenazas contra su gobierno, atribuyéndolas a las mismas fuerzas que derrocaron a su esposo, Manuel Zelaya.
Estas amenazas, según Castro, se deben a las reformas estructurales que impulsa, incluyendo la denuncia de un sistema tributario injusto. Como medida, Honduras se retiró del CIADI del Banco Mundial.
Finalmente, el presidente de Surinam, Chandrikapersad Santokhi, abogó por reformas urgentes y coordinación en la arquitectura financiera internacional, proponiendo la inclusión de un índice de vulnerabilidad multidimensional en las operaciones del FMI y el BM.
Estos eventos reflejan una compleja realidad caribeña marcada por la inseguridad, disputas territoriales y desafíos en la gobernanza global.
Con información de EFE
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