Medida histórica para proteger salud y ambiente
A partir del 1 de mayo de este año, el mar Mediterráneo será oficialmente designado como Zona de Control de Emisiones (ECA, por sus siglas en inglés) para óxidos de azufre (SOx) y material particulado.
Esta medida, promovida por la Organización Marítima Internacional (OMI), se enmarca dentro del Anexo VI del Convenio MARPOL.
Se trata de un acuerdo internacional orientado a la prevención de la contaminación del medio ambiente marino por parte de los buques.
Con esta designación, los barcos que naveguen por el Mediterráneo deberán utilizar combustibles con un contenido de azufre significativamente reducido.
O también pueden ir por las reconocidas tecnologías equivalentes para minimizar sus emisiones, evitando así los daños al medio ambiente.
El objetivo principal es reducir la contaminación atmosférica generada por el tráfico marítimo, mejorar la calidad del aire en las regiones costeras y proteger la salud humana y el medio ambiente.
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Impacto en zonas costeras del Mediterráneo
Se espera que esta decisión tenga un impacto positivo en los países ribereños del Mediterráneo, donde millones de personas viven cerca de puertos y rutas de navegación densamente transitadas.
Según estimaciones de la OMI, la reducción de emisiones podría prevenir miles de muertes prematuras relacionadas con enfermedades respiratorias.
Esta medida se suma a los esfuerzos globales para hacer más sostenible el transporte marítimo y contribuir a la lucha contra el cambio climático y la degradación ambiental.
Estas acciones tienen un efecto directo en la región
La alta densidad de tráfico marítimo en la región convierte a esta zona en un punto estratégico para la aplicación de medidas ambientales.
Cualquier cambio regulatorio en esta área tiene un efecto rotundo, tanto en la logística global como en la cadena de suministro de productos básicos.
La reducción de estas emisiones significa un aire más limpio para las ciudades costeras y una menor carga sobre los sistemas de salud pública.
Además, se espera que la nueva norma reduzca la lluvia ácida y proteja los ecosistemas marinos y terrestres, que sufren los efectos de la contaminación atmosférica.
Esta mejora ambiental tiene un efecto acumulativo positivo en la calidad de vida de las personas, el turismo y la agricultura.
Con información de Infobae