Un reciente fallo del Tribunal Administrativo de Cundinamarca ha llevado a la atención pública la situación de los hipopótamos que una vez fueron parte del zoológico personal de Pablo Escobar.
Esta corte colombiana ha dado un plazo de tres meses para la implementación de medidas que faciliten la erradicación de más de 150 ejemplares descendientes de los hipopótamos introducidos por el famoso narcotraficante en los años ochenta.
Las medidas ordenadas incluyen la caza controlada y la esterilización de los hipopótamos, un plan que ya había sido anunciado por el Ministerio de Ambiente a finales de 2022, aunque su ejecución ha sido lenta y hasta la fecha no se ha registrado la primera eutanasia de la población invasora.
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Tras la muerte de Escobar en 1993, los hipopótamos quedaron desamparados y comenzaron a multiplicarse en la zona del Magdalena Medio, donde han causado preocupaciones no solo por su crecimiento desmesurado, que podría alcanzar mil ejemplares para 2035, sino también por los incidentes en los que han atacado a pescadores locales.
Aunque muchos expertos advierten sobre el impacto negativo de los hipopótamos en las especies locales, como el manatí, grupos animalistas y trabajadores del sector turístico se oponen firmemente a la caza de estos animales, argumentando que la solución debe centrarse en la conservación y el bienestar animal.
El futuro de los hipopótamos de Pablo Escobar se encuentra en una encrucijada: la necesidad de controlar una población que amenaza el ecosistema versus el deseo de proteger a estos animales que, de alguna manera, se han convertido en parte de la historia de Colombia.
Con información de AFP